Término procedente del inglés que significa pelar. Un peeling es una exfoliación de la piel por medio de la aplicación de un producto químico.
Destrucción de las capas más superficiales de la piel esperando una regeneración de nuevo tejido epidérmico o dérmico. Según la profundidad de actuación y dependiendo del químico empleado, del tiempo de exposición o del número de capas aplicadas, puede ser:
El tratamiento apenas dura unos minutos y el paciente se puede reincorporar de forma inmediata a su vida normal.
Aplicación del químico mediante una torunda en las zonas a tratar. Se deja que actúe y se repite tantas veces como sea necesario. La sensación es de calor moderado perfectamente soportable.
Se neutraliza mediante una crema, desapareciendo automáticamente la sensación desagradable.
Se abandona la consulta con la piel eritematosa, esto es ligeramente coloreada (como tras una exposición solar inadecuada). Al cabo de uno o dos días comienza el oscurecimiento y descamación de la piel. Por supuesto que será mucho más evidente dependiendo de la profundidad de actuación.
Durante unos días habrá que aplicar una crema hidratante y fotoprotectores adecuados.
Dependiendo de cada caso se pueden plantear uno o varios peelings seguidos, dejando un intervalo no inferior a dos semanas entre ellos.
Es recomendable realizar un peeling al año a la vuelta del verano, cuando la exposición solar ya es menor.